jueves, diciembre 30, 2004

Vueltas de la vida

¿Has visto a esas mujeres que alguna vez fueron ellas y ahora son otras? ¿Qué les pasó por encima? Un marido. O dos. Y un catálogo de amores infructuosos en los intermedios. Van a la biblioteca en busca de no saben qué; sólo saben que es algo que no se consigue en el supermercado. Leen Bucay, Cohelo (Tus zonas erróneas sigue rankeando), cosas que no son tanto para leer como para masticar, sin azúcar, de kiosco. Algo que las salve de la soledad, algo de filosofía descartable hasta mañana, que será otro día. Todo pasó tan rápido. La lista de casamiento, el primer auto, un bebé, cortinas para la casa, otro bebé, ya vas a conseguir un trabajo mejor, nunca antes había pasado un lampazo, mil doscientas setenta y cuatro cenas tan iguales unas a otras que cuando quiere recordarlas sólo recuerda una. Tampoco sabe cuándo empezaron a gritarse, si fue por la plata o porque esta noche me duele la cabeza. O por los chicos, los criamos tan bien, por qué se han puesto así de difíciles. Y ahora la cama es la mitad de grande, sobra un lugar en la mesa, un gabinete en el armario, un cepillo de dientes. Pasaron diez años, o fueron mil. Y ahora estas ojeras, la ropa que no queda como antes, será el espejo que desafina. ¿Dónde quedaron sus mejores años? De haberlo sabido antes... Las cosas han cambiado. Los hombres ya no son hombres sino tipos, los dedos un mapa de nicotina. Lo más difícil es la noche, antes de dormirse. Pone Hallmark, ese canal con películas donde la mujer treintona que tiene a su marido postrado se enamora del abogado rubio de ojos azules, o la película donde el gerente cincuentón deja a su esposa porque se fuga con la secretaria rubia de ojos azules. Apaga el tele. Apaga las velas de su cumple de cuarenta y dos. Va a la fiesta de egresados del mayor, manda cartas a Hola Susana, su jefe la mira mal porque llegó a las y cinco. Así se pasa el año. Los chicos van a pasar Año Nuevo con el padre. Ella con la tía solterona, quien a la una del primero ya lavó los platos y se fue a dormir. Entonces se pone a ver fotos, se deja apuñalar por las imágenes, por el segundero del reloj que les cambió las caras, los cuerpos, a ella, a él, a los chicos. A las ilusiones. Una lágrima gorda se le descuelga de un ojo y estalla sobre la pelusa de uno de sus muslos. Entonces recuerda que está viva, que los remiseros le gritan inocentes guarangadas cuando se pone cierta ropa, que debería retomar las clases de inglés, que el vecino de la tía la invitó a salir. Que los chicos ya no son tanto problema. Que el año que llega puede ser mucho mejor que este que se va.

miércoles, diciembre 22, 2004

Este no tiene título (carajo)

Invasión de plumas
ampulosa pleamar
espuma, espuma

va.

lunes, diciembre 20, 2004

Recreo melanco

¿Cómo no vivir con vértigo, si estoy a punto todo el tiempo de caerme de mí mismo? De volcar, digamos. De repente, todo lo que me sostiene se afloja, da la impresión de que finalmente va a empezar nomás la caída libre. Pero no. Otra vez aquella cuerda se tensa, y luego ésta, y la otra. Alguien debe estar divirtiéndose con esto, ¿no? Conmigo. O quizá sea la prótesis adolescente que me pusieron los aliens en lugar del lóbulo occipital que me extirparon aquella noche, o tal vez el engranaje ovalado que el neurólogo nunca supo mejorar en su circunferencia. Sería sensato empezar a hablar de seguramente fue la crianza, si todo cierra: el padre ausente, la madre y su abrazo demasiado apretado luego del horario de trabajo, calentar de una vez lo que tantas horas estuvo frío. Incluso la sopa. Bah, tonterías. Pero es la única explicación que le encuentro a mi odio visceral a las voces de locutores, a las maestras jardineras y a los repartidores callejeros de panfletos. Pobres, ellos no tienen la culpa. Pero yo tampoco. La culpa es de papá y mamá. Pobres también. La culpa habrá sido de los abuelos y las abuelas. Pobres también. La culpa habrá sido.

lunes, diciembre 13, 2004

Salven a las ballenas

Me doy una vuelta por el dial. Cumbia, periodistas que hablan como abogados, tandas con jingles, música del 70, pastores mexicanos exorcizando a señoras sin esperanzas, más cumbia. Programas veraniegos hechos por jóvenes que van a cambiar el mundo, esta vez sí, como cuando uno tenía esa edad. Lo raro es que parece que para cambiar el mundo hay que gritarle al micrófono y poner voz de lija, y hacerles chistes fáciles al aire a las adolescentes que llaman a la radio para pedir el tema ése de estoy mirando a tu novia y qué. Babasónicos. Me acuerdo cuando los Babasónicos venían a San Juan en bondi, qué se yo, hace como ocho años, y nos íbamos a pasar la tarde al dique, cuarenta grados y ellos con la camisa de pana azul francia, la misma con la que salían en la tapa del disco y con la que iban a tocar esa noche. Uh, loco, que copado este lugar, mirá las montañas, que onda, man. Me acuerdo. Iban a cambiar el mundo. Dentro de no muchos años vamos a estar obligados a cambiar el mundo, sí, pero por otro planeta. Porque en éste ya no habrá posibilidades para la vida. El sol está que arde. En la pileta ponen la radio a todo lo que da. Tunga tunga. Cuarteto. Anteojos negros de carey, auriculares en la sien. El celu colgando de la malla. Los pibes caminan impostados, no importa que se estén quemando las patas en el hormigón hirviente. Ahí van con los brazos como paréntesis, tanto músculo criaron en la espalda dándole a los fierros y el sudor (¿Anabólicos? ¿Qué es eso?). Las chicas se tiran boca abajo para broncearse el irse, un irse apenas vestido con una piola y dos nudos, un irse que así tan al aire y tirado en el piso da la impresión de ser un estacionamiento para bicicletas. Entonces, como todos los años para esta época, asalta la desazón, hay que ir urgente al gimnasio, el lunes empiezo. Pero la desazón no llega al lunes, porque se pasa rápido. Uno se acostumbra a llevar las carnes y los huesos así como están, si total (má si, che) el que uno se vea mejor o peor frente al espejo no le va a cambiar el mundo a nadie.

martes, diciembre 07, 2004

Modorra

Leo primero
la espalda, el tiempo
frio cuelga de allí
Las palmas
(vírgenes de gitanas vírgenes)
tapan la cara
cartón en mi sueño
por la soga baja
se descuelga
y allí, ropa
nariz contra el horizonte
vuelo sin piel
pero redonda naranja es
hacia el rojo va
camina pero no avanza
mi carro de fuego.

lunes, diciembre 06, 2004

Complicada mente

La cámara digital. Qué maravilla. Flaca, ponete ahí, eso, pero levantá un poco el mentón. Que si está bien así. Sólo girá la cara hacia la luz. Click, o algo parecido a click: mejor dicho, un remedo electrónico de lo que era el viejo y querido click. Ya no hay click en el siglo XXI, como tampoco lados A ni lados B. Uno se formateó la cabeza, allá por los ochenta (en realidad antes) seducido por la personalidad sofisticada de los lados B. Los lados A eran más pasotas, más hits a lo biyís o yontravolta. Pero los B... Eran el lado oscuro de la luna, en el sentido astronómico y en el sentido pinkfloydiano de la expresión. Era así: las rubias y los bañeros de natatorio escuchaban lados A, pero los flacos y gordos crónicos, cuya única herramienta para atraer la atención de las rubias era aprender a tocar la guitarra, mitigaban la falta de músculos criándose culturosos con la ingesta de lados B, libros de Carlos Castañeda y Charles Bukowsky, y pósters con frases célebres de Lobsang Rampa.
Ahora la foto de la Flaca está ya en la pantalla de la computadora. Salió bien. Sobre todo ese ojo, verde ojo pupiloso y especular, lo amplía una vez, otra vez, y otra. Ocho megapixels de definición, un lujo (como lo son las aceitunas sin carozo y los gajos sin pellejo). Verde. Todo el monitor es ahora esmeralda pulida, destella reflejos de gema, deja de ser pupila para convertirse en el fondo de un mar Aleph que vomita formas. Allí está el reflejo del mismo fotógrafo, el reflejo del cielo, de los árboles que había alrededor. Pero también hay una forma oscura, un punto que al ampliarlo aún más se descubre es la silueta de un hombre vestido de negro. El hombre no estaba en el momento de la toma, pero sí aparece en la foto. Está parado muy firme, con los pies algo separados, los brazos cruzados, la cabeza ladeada pero con la mirada puesta fija en el objetivo de la cámara. Desafiante. Si los ojos son la puerta del alma, este personaje deber  ser el guardián de la entrada. Pero los ángeles son luminosos, no ominosos, y éste tiene sobretodo negro y carece de plumas en la espalda y de aureola en la frente y de rizos dorados sobre las orejas y de pectorales de bañero de natatorio. ¿Escucharán los ángeles lados A? En este caso, el guardián oscuro tiene facha de neutro. Ni de A ni de B. Es más: tiene facha de miembro de la Cofradía. ¿Cuál cofradía? Esa que hace 10 mil años inventó el Bien y el Mal con el fin de la dominación perpetua. Con los siglos hasta sus mismos integrantes cayeron en su propia trampa, e incluso se diluyó en el anonimato la figura de su líder verdadero. Ahora lo digital los pulverizó. Los convirtió en fósiles de museo. Ya no hay cara o ceca. Y no hay A ó B, sólo una autopista circular de tracks, todos emepetrés disponibles a la vez, simultáneos y ya no sucesivos. Justamente, una de las características que diferencian a la imagen del signo lingüístico es ésa: en la foto se percibe todo a la vez, de golpe, sin necesidad de leer un agobiante tren de mil palabras para hacerse de una imagen. Hollywood se valió de ambas cosas para embolsar toneladas de dinero: fabricaba largos trenes con imágenes vagón, que al tomar velocidad producían la ilusión de besos y llantos y cachetadas y tiros a lo yon güein. Pero Hollywood murió el 31 de septiembre de 1983, aquel día en que se usó por primera vez el control remoto. Una curiosidad: el control remoto tiene la misma edad que la democracia moderna en la Argentina. ¿Alguien oscuro está haciendo zapping con los presidentes?
La imagen en el monitor dice que alguien oscuro está en el ojo de la Flaca, tal vez haciendo zapping con sus sentimientos. Quizá es por eso que esta mujer tiene problemas de corazón. Pero no de los que emparcha el cardiólogo, sino de los otros que riegan la almohada con las lágrimas más amargas. Habrá que invitarla a bailar. A moverse, a divertirse, a conspirar a fuerza de alegría contra las artes negras del guardián de la cofradía. Un exorcismo chill out. ¿Viste lo que es un boliche?, es un útero de mamá, caliente, penumbroso, húmedo, con luces difusas, con colores de música acuática, mullido, donde podés moverte a lo delfín y dedicarte, simplemente, a sentir. Aunque hay quienes dicen que los nuevos cófrades manipulan las frecuencias de la música tecno para generar en las neuronas de los pibes no se sabe qué efecto de trance zomba, que los lleva a quedar totalmente receptivos al consumo de sustancias adictivas que les producen artificialmente estados alterados de la conciencia. ¿Será por eso que en los boliches los chicos y las chicas casi no bailan, sino que hacen un monótono movimiento autista de espárragos espasmódicos? ¿Por eso, por el asesinato de la melodía, será que en las radios pasan cada día más música de lados A de los setenta, con sus biyís chillosos y yonestravoltas? Mejor abramos el Photoshop y borremos de la foto al guardián oscuro. Tal vez la tecnología digital pueda ayudar a limpiar las puertas del alma, en lugar de ensuciarlas todavía más.

martes, noviembre 30, 2004

Las alas del deseo

Hoy no hay ganas de escribir. Será el calor. Será que se está en check gage. Será el desánimo ese en el que uno, cada tanto, se da el lujo de dejarse caer como pluma, mecer, un entregarse al piloto automático con la vana esperanza de que el mismo arcángel Gabriel baje del cielo a tomar las riendas. Aunque lo más probable es que, al verlo tan plumoso, algún piola lo ponga en una jaula dorada y lo cuelgue en la vidriera de una casa de mascotas, digamos a 20 pesos, al lado de los hamsters y sus ruedas de obsesión, al lado de los peces y sus narices chocadas todo el tiempo contra el propio reflejo, al lado de los niños con las lenguas pintadas por el bazooka monster, y al lado de sus padres que acaban de apagar un cigarrillo para encender el próximo. Pequeños prozacs, engañapichangas, formas mínimas pero efectivas de esperar a que la vida pase como pluma que cae, porque parece que no vale la pena vivirla como pies que pisan. Y si no dejen sin su ruedita a los hamsters, sin su pared de vidrio a los peces, sin su chicle a los niños, sin su cigarrillo a los padres. Sin su jaula a los ángeles. Se armaría revuelo. Se comerían entre sí, se volarían, se nadarían. ¿Se pensarían?
Mejor pasamos a la vidriera siguiente, la de los juguetes en un local que alguna vez fue todopordospesos pero que ahora se anima a las dos y hasta las tres cifras en el precio de sus artículos. Serán chinos, pero no dolubos. ¿Cuántos chinitos flaquitos y curcunchos hizo falta encerrar a pan y agua en una pieza perdida de Shangai para lograr esta fantástica motito transformer del Hombre Araña a este precio ridículo? Una bicoca, cuesta diez mangos nada más. Ni siquiera diez: nueve noventa. Las palabras mágicas que deciden la compra, es decir papá quiero una, llegan de inmediato. Que en el trabajo no me pagaron, que en la casa tenés cuatro iguales, que otro día porque se hace tarde. A la vez, la cara de papá se vuelve una mueca de impotencia, un nudo apretado, qué bien le vendría correr en una rueda de hamster para canalizar el jugo amargo que le sube por los músculos, justo ahora se quedó sin cigarrillos. Se asusta de su propia frustración al verse reflejado en una bola dorada que hay en la vidriera, no es una sola sino diez, cien, una al lado de la otra, mil reflejos oblongos de sus cejas caídas, de su grito ahogado. Es cierto, ya nos apuran con la navidad, yinguelsbels yinguelsbels, ¿por qué mejor no le pedís la moto a Papá Noel? También hay expuestos varios Papás Noel de diferentes tamaños, que mueven la manito, que cantan cancioncillas; guirnaldas verdes, rojas, amarillas, arbolitos plegables, moños, pesebres, burros descansando, niños Jesús. ¿Y qué saben estos chinos de Papás Noel y de niños Jesús? Evidentemente saben cómo transformar un Jesús en unas monedas, que, si se las multiplica por los millones de Jesuses de plástico que estos chinos venden en el mundo, hacen un sencillo interesante. ¿Judas siglo XXI? No es para tanto, che. El secreto de los chinos es, justamente, que son chinos: adaptan su ateísmo y su comunismo a la religión del mercado, al deseo del consumidor y no al capricho del productor. Y nosotros acá, piensa el padre, creyéndonos que hacemos el mejor vino del mundo, cuando para los chinos (el mercado más grande del planeta) el mejor vino del mundo quizá sea un asqueroso mix de uvas fermentadas con licor de frutillas. ¿Invadiremos las góndolas chinas algún día de mix de uvas fermentadas con licor de frutillas made in San Juan? No, por favor, ante todo debemos mantener intachable la sanjuanidad que nos enaltece, porque Sarmiento bla bla bla, un minuto de silencio, corona con leyenda en la estatua, discurso de protesorero y a dormir la siesta.
Un tirón desde la botamanga saca al padre de la ensoñación. Es el hijo, que con voz de tres años dice esperanzado que va a nevar para Navidad, ¿nocierto? Papá mira a Papá Noel. Tan abrigado, y con esa barba... Es verdad: el clima está medio loco, pero no, no va a nevar. Otra mentira políticamente correcta que habrá que mantener. Como los chinos, que no creen en nada pero que fabrican Jesuses para subsistir. Como los tristes peces, a los que les armamos un entorno de piedras de colores y galeones hundidos y plantas de plástico para creerlos felices. Como la etiqueta del chicle que promete superpoderes globoinvencibles a quien lo masque, pero que a los diez minutos de mascado se pone duro y sin sabor. Como la sonrisa de satisfacción que se le muestra al jefe a pesar de que por dentro carcome la impotencia. Será el calor. Pero hoy no hay ganas de escribir.

miércoles, noviembre 24, 2004

Lengua a la vinagreta

El Congreso de la Lengua. Nunca mejor bautizado, si se tiene en cuenta lo que se comieron Kirchner y los reyes, pavita entrerriana y no se qué bicho del Sur regado todo por un champagne español de puta madre. Puta es una palabra que aparece en el diccionario de la Real Academia, y que fue usada esta semana por el mismísimo secretario de Cultura de la Nación, Torcuato Di Tella, al referirse al manejo discrecional que hacen algunos políticos con los cargos públicos. Una curiosidad: en la última oración aparece una coma antes de la conjunción copulativa "y" (cabe aclarar que lo de puta no tiene nada que ver con lo de copulativa en esta oportunidad). El de la coma antes de la y griega es un caso de la gramática castellana que le pone los pelos de punta a más de uno. Sobre todo a cierta señora que conozco, que no voy a decir quién es pero que anda cerca. Tibio tibio. La señora insiste en que NUNCA (así, NUNCA) se pone coma antes de y. Lo dice con un tono de autoridad que ni Cervantes. Como si supiera. Señora ella muy respetada, muy sanjuanina en sus cosas. Le preparo una lista con todas las normas donde dice que sí se puede poner coma antes de y, pero la señorona insiste con su gramática personal. No me molesta tanto su academicismo de Girasoles (N de la R: texto de lectura para tercer grado, Editorial Estrada, 1943) como su actitud prepotente y arrogante para querer imponerlo, actitud típica de un devenir emperifollado y de chucherías de bijouterie plástica y vestidos azules con plumas y descubrimiento de placas en el Club y presentación de libro en el café Nosecuanto y té de la bondad en el chalet de la Chunchuna y probate aquellos bocaditos, no sabés lo que están. Los pelos de punta, me pone. Me refugio en el templo Traful, y allí leo a J.M. Coetzee (otra vez coma antes de y). Ella nunca va a leer Coetzee. Ja. Quizá lea Bucay, o hasta San Agustín, pero nunca Coetzee. Coetzee fue premio Nobel de Literatura en 2003, y en una sola página de su libro Infancia encuentro por lo menos cinco comas antes de y. Más tarde busco en internet el sitio de la Real Academia. "Puede ir coma delante de las conjunciones cuando las sigue una frase que expresa una idea distinta o complementaria", dice allí. Y que "se encierran entre comas o se preceden de coma los incisos explicativos que interrumpen momentáneamente el curso de una oración". José Saramago, otro premio Nobel adepto a las comas antes de y, dijo al llegar a Rosario esta semana que, si uno no se perfecciona en el manejo de la lengua, "acabamos mal: escribiendo mal, hablando mal y, en consecuencia, pensando mal". Es decir que esta señora muy aseñorada debe pensar como escribe. Está bien, me digo entonces, es su problema. Pero nuestro problema, el de todos nosotros, es que haya gente prepotente, arrogante y muy poco humilde que, producto de su ignorancia, nos quiera imponer falsedades. Y ojo, porque de esas lenguas bífidas y sibilantes hay en todos lados. Ya lo dijo Di Tella esta semana.

viernes, noviembre 19, 2004

Cotidiano

¿Por qué las gomas se pinchan, las células envejecen, la soda se queda sin gas, las pilas se agotan, los culos se caen, las moscas comen caca, a los policías les crece la panza, los chicles se pegan en el pelo? ¿Eh? Y, es obvio, es parte del orden divino de la Creación. ¡De qué viviría si no el pobre gomero de la esquina de casa, que por arreglarme un tajo en la cubierta acaba de cobrarme 35 pesos, el muy hijo de re mil puta! Bueno, hermanitos, seamos tolerantes. Debemos dar gracias de que exista un cirujano levantador de nalgas, un químico fabricante de insecticidas, un sodero que nos asiste en la sequía, un everredi siempre luminoso, una jubilación prematura para policías. Qué linda esta vida, che.

martes, noviembre 16, 2004

Amarillo

Estoy llegando al límite del hartazgo. Quisiera ser el hombre verde que se hincha ante la impotencia, pero a mì además me interesaría poder reventar y cubrir de moco sarnoso a todos los hijos de puta que tienen poder sobre uno. O sobre todos: basta ver http://fallujapictures.blogspot.com/ para darse cuenta que lo de las torres gemelas no fue más que el aguijón de un mosquito en la nalga maloliente de una puta obesa. No sé si pueda soportar mucho más.

viernes, noviembre 05, 2004

El despertar de Ludomatic

Siento la respiración del monstruo. Está tan cerca. Niguno de mis cinco sentidos sirven para sentirlo. Es que no lo escucho, no lo veo, no lo huelo. Pero lo siento. Agazapado. Enrrollado en sus pelos y su pasta de sudor, con el exoesqueleto empañado, cáscara verde translúcida como carcaza de IMac. Luminiscente. Sus babas deben estar por tocarme los zapatos. Sé de alguien capaz de tejer con ellas un capullo apretado para encerrar al monstruo. Pero alguien no está aquí. Quizá si dejase de soplar tanto viento sobre la laguna... Si yo pudiera leer el informe del tiempo. Informe, sin forma. Informática. Deformática. Sinformática, si me salvo del monstruo voy a patentar este nombre para que alguien lo use en un software para hacer partituras. Ludomática. La resistencia de la hemiesfera de acrílico producía algún placer, estoy seguro, uno ponía todo el peso del cuerpo encima, así, apoyadas las palmas sobre la burbujita, y click y rebotar de dados saltimbanquis sobre un piso de latita y seis más corona, los cilindritos verdes avanzan como monstruos y se comen a los amarillos a su paso. Creo que acaba de moverse. El monstruo, no el de ludomatic sino el mío, aunque se parecen. Ambos tienen la cabeza cuadrada pero plana, puesta en horizontal como el mundo de Colón y sus bordes de finisterra. De allí es oriundo el tatarabuelo de mi monstruo. O por lo menos de éso le gusta jactarse. Cerebro de dados. ¿Alguien guarda un Ludomatic en el fondo de algún estante alto, de esos a los que sin escalera no pueden llegar las manos holocáusticas de madres con síndrome de limpieza general, mi general? Ja, yo sí guardo un Ludomatic, y un Gran Gol, y unos cuantos autitos Gorgi, y camioncitos San Mauricio. Y nunca, pero nunca, voy a venderlos en Mercado Libre ni en Deremate. Tal vez les saque una que otra fotografía, y el día glorioso en que aprenda a subir imágenes a mi blog podrás apreciarlos, querido monstruo.

jueves, noviembre 04, 2004

Problemas de bujías

Escucho Morning Lake, de Weather Report. Lo escucho en la cabeza, porque hace siglos no pongo un cidí en la ciditera. Hace siglos de muchas cosas. Por ejemplo, de tocar (del verbo tocar, palpar, agarrar) mi guitarra. Nostalgias. Ya me parezco a mi computadora. Algún archivo estará faltándome. Funciono de todos modos, pero siento su ausencia. Algo falta, ¿no?, algo cuya sola presencia podría hacer las cosas mejores. Quizá sea un amanecer en la laguna, o quizá sea el informe del tiempo. Quién sabe. Por lo pronto, sigo sin poder publicar fotos en el blog. Pero si en algún momento de mi vida (hace siglos) pude entender cómo representar ideas con frases que aprendí a formar con palabras que se arman con letras (eso sí es complejo), supongo que ahora no me va a ser taaaaan traumático conseguir subir una fotito a atormentario.

miércoles, noviembre 03, 2004

Primeros pasos

Maldición, no sé cómo publicar una foto en mi propio blog. Así de discapacitado estoy con respecto a la informática. O deformática. Mi computadora me hace preguntas al encenderla. Me reclama cosas. Hay un conflicto en fgaf23423, cargue el archivo faltante, dice. El archivo faltante no es necesario, porque la máquina arranca igual sin él. Pero ella lo pide de todos modos. Diablos, ¿no es una expresión de nostalgia de parte de mi computadora? ¡Nostalgia! Es algo que no le hace falta, pero de todos modos siente su falta. Su ausencia. Digamos que sufre, de alguna manera, por esa porción de sí que se ha diluido en el mar de silicio. ¿Una expresión de parte de mi computadora, más allá que sea de nostalgia o de dolor de chips? Auxilio.

martes, noviembre 02, 2004

Bienvenidos al club

Siempre hay chances para una nueva primera vez. Y esta es mi primera vez con un blog. Preguntame para qué. Por qué. Qué se yo. Nunca me pregunté estas cosas en ninguna de mis primeras veces. Las primeras veces son patrimonio del espanto irresistible que propone esa puerta sin abrir, la mano gana vida propia y se va al picaporte, cosquillas en el pecho y todo eso. Y, de pronto, flash, la chica del bikini azul. O la ballena de malla enteriza negra. Qué más da, qué más da, qué más da. Pero ni flor de un día ni bala perdida. Aquí estamos, regando esto que ojalá florezca y vos te enganches y me des bola. O por lo menos para eso creo que sirve esto de los blogs, ¿no? Por lo pronto, prometo que en un post por venir voy a publicar mi novelita, "El rey de la isla verde", para que la destruyan a su gusto y placer.
Vaya un pedazo de torta para todos.